NIÑOS QUE SUEÑAN, QUE ESTUDIAN, QUE BAILAN

 

Somos Cafeteritos, y nos gusta el café.

Niños que sueñan, que estudian, que bailan.
Ponemos pasión, ciencia e innovación,
y te compartimos… un sorbito del cielo.
 

Desde pequeños aprendemos que el conocimiento y la ciencia son como una semilla: si se cultivan con amor, florecen en ideas y proyectos capaces de transformar el mundo. La educación infantil representa en los niños del Proyecto Cafeteritos ese primer sueño y objetivo que abonamos con ciencia e innovación, una mezcla que se endulza con nuestras raíces para dar el mejor fruto.

La ciencia nos enseña a observar, a preguntar, a buscar respuestas, a descubrir. La innovación nos impulsa a imaginar nuevas formas de mejorar nuestras prácticas, de cuidar nuestro entorno, de compartir lo que somos.

En el Proyecto Cafeteritos, los niños no solo estudian: conocen el café, sueñan, crean y bailan. En su corazón, en su cultura y en sus celebraciones, vive el folclore. Porque en cada paso de baile, en cada copla cantada, en cada historia contada por nuestros abuelos, hay una memoria y una sabiduría que puede aprenderse en los libros, pero que se transmite mejor en presencia, convirtiéndola en experiencia viva.

Con sus muestras folclóricas, los niños construyen puentes entre generaciones, se enlazan con la tradición y edifican el futuro.

El Paisaje Cultural Cafetero y la Cultura Cafetera de Colombia no son solo montañas y cafetales; también son arquitectura, pintura, música, historias, risas en las fincas y hogares, manos que aprenden a sembrar, voces y cuerpos que aprenden a cantar y bailar con letras y movimientos que expresan sus intereses y su cotidianidad. Es pasión folclórica y cultura viva.



Por eso, desde nuestras experiencias educativas, te invitamos y compartimos un sorbito de cielo entre sonrisas, música y bailes.





En las montañas de Colombia, donde el aroma del café despierta los días, el folclore es alma y raíz. Allí, entre fincas y senderos, se escuchan bambucos y pasillos que cuentan historias de trabajo, amor y tierra fértil. Los campesinos, con sus sombreros y ponchos, bailan al ritmo de la guabina mientras el grano se recoge con manos sabias. Las coplas narran la vida entre cafetales, y los cantos se mezclan con el canto de los pájaros. Es una cultura que no solo se cultiva, se vive.


El baile en el campo es celebración y memoria. En cada zapateo se siente el pulso de la tierra, en cada giro se dibujan los caminos de la montaña. Las coreografías imitan la siembra, el corte del café, el vaivén de las mulas cargadas. Los trajes coloridos reflejan el paisaje: verdes de los cafetales, ocres de los senderos, rojos intensos como el grano maduro. Bailar en la finca es rendir homenaje a la vida rural, a la alegría que brota entre surcos y cantos.


Empujamos por los niños y su educación
Proyecto Cafeteritos.






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